Nadie podrá decir que no lo ha intentado.
Buscó en los anuncios por palabras, en las páginas de contactos, en chats de todo tipo. Se movió durante meses por bares, discotecas, restaurantes y centros comerciales. Se arriesgó con citas a ciegas, programas de televisión y nocturnos de radio.
Por fin ha desistido. Debe resignarse a la idea de que es un espécimen abocado a la extinción.
No le teme ni le produce efectos secundarios; no le trae a la memoria recuerdos provocados por abusos en su infancia. Simplemente, no le interesa el sexo, y está harto de sentirse diferente y discriminado.
Ha sido incapaz de encontrar a alguien que quiera convertirse en su pareja, así que adoptará un perro maltratado y comerá hamburguesas frente al televisor.
Ouch. Raro no, lo siguiente