El último chat

Muchas semanas después repasó aquella conversación que tanto supuso en su vida, y no precisamente para bien. Con aturdimiento, descubrió que, en su momento, le pasaron por alto  un mensaje reenviado y uno de voz. Aunque ¡el audio que no había escuchado era importante, mucho más lo era el mensaje que no había leído. Todo lo que se habló después tenía relación con esas pocas palabras, un intercambio que no terminó de comprender porque le faltaba el desencadenante, así que no pudo defender su verdad. Probablemente, la situación habría desembocado en el mismo mar desolado, pero ahora ya daba igual. No había vuelta atrás. Si hubieran hablado por teléfono, quizás, solo quizás, habrían salvado tantos años de auténtica relación. Aquel día fue incapaz de hacerlo, tal vez porque todo había empezado con mensajes en lugar de con una llamada.

Fuera como fuese, transcurridos más de dos meses, algunas noches todavía soñaba, en algunos momentos todavía lloraba… y siempre terminaba preguntándose por qué.

Autor: Marta Estrada Galán
Dicen que algunos niños nacen con un pan bajo el brazo. Yo asomé al mundo con un libro y un cuaderno, solo que no me enteré hasta que a los once años comencé a devorar novelas y a escribir historias como si no hubiera un ayer en que también podría haberlo hecho. Luego llegó eso que llamamos vida, donde entre lectura y lectura, me convertí en lo que soy: escritora, aficionada a los paseos, a mantenerme en forma, al canto y al radioteatro, integrante de un coro y madre a tiempo total. Convivo con mis dos hijos, mi gata Nara y mis amigos que, aunque en la distancia, siempre están a mi lado.

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