Estafas

Es un tema delicado el que quiero compartir hoy con vosotros.

Sabéis que trabajo en la venta del cupón de la ONCE, por consiguiente, como otros muchos vendedores, estoy expuesta al engaño a través de billetes o monedas que no son lo que aparentan. Últimamente, por las razones que sea, esta práctica se está dando con demasiada frecuencia. El problema es que cuando estos estafadores compran con billetes, no es que lo hagan con billetes falsos; no son una fotocopia, por ejemplo, más fáciles de detectar al tacto pues no dejan de ser papel normal y corriente. Son billetes de otros países, normalmente países árabes africanos, por tanto, papel moneda de curso legal, pero sin ningún valor al cambio. Pueden pasar por euros gracias a su medida. Cierto que por euros arrugados de esos que parece que han conocido la lavadora cuyos bordes rugosos apenas se perciben.

Billete de Omán
Sea por lo que sea, este año he sido víctima de varios engaños, con la consabida pérdida de dinero, por supuesto, dinero que nadie reintegra.

Y aquí viene el asunto peliagudo. Hasta el momento, y que yo me haya dado cuenta, el engaño ha procedido de personas extranjeras, árabes, en general, o bien marroquíes o bien personas de color igualmente árabes. ¿Y por qué he perdido dinero? Porque de entrada me resisto a desconfiar de un cliente de estas características que se acerca a comprar productos de coste bajo con billetes de cierto valor. Me resisto al juicio a priori, a la suspicacia instaurada por norma. Desde luego, muchos de estos clientes jamás me han engañado y jamás lo harán. Pero a menudo todos me resultan iguales, todos tienen voces parecidas y por supuesto acento similar. Así que no puedo distinguir ni dirimir. Y por no querer generalizar en el recelo, así me va.

¿Qué hacer? Bueno, he tenido que comprar un aparato para detectar billetes que no sean euros, que tampoco es infalible, todo hay que decirlo. Por supuesto, de mi bolsillo, aunque considero que debería ser una adaptación de puesto de trabajo para todos los vendedores ciegos totales, al menos. Con todo y con eso, me siento vulnerable, desprotegida.

La situación me obliga a ser precavida con cualquier persona extranjera del origen mencionado que se acerca al quiosco. Y eso me da muchísima rabia. Habrá quien me tache de racista. Solo me defiendo y procuro hacer el trabajo lo mejor posible y, desde luego, no perder dinero.

Autor: Marta Estrada Galán
Dicen que algunos niños nacen con un pan bajo el brazo. Yo asomé al mundo con un libro y un cuaderno, solo que no me enteré hasta que a los once años comencé a devorar novelas y a escribir historias como si no hubiera un ayer en que también podría haberlo hecho. Luego llegó eso que llamamos vida, donde entre lectura y lectura, me convertí en lo que soy: escritora, aficionada a los paseos, a mantenerme en forma, al canto y al radioteatro, integrante de un coro y madre a tiempo total. Convivo con mis dos hijos, mi gata Nara y mis amigos que, aunque en la distancia, siempre están a mi lado.

Los lectores piensan

  1. Y si revisas todos los billetes, independientemente de quien te los dé?? Al menos eso es que te resulten sospechosos. No sé si sabes que en el iPhone puedes instalar una aplicación para reconocer billetes de distintos países.

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