Machado decía que no había camino sin caminante. Creo firmemente en que no hay libro sin lector. Enmendarle la plana al excelso sevillano sería de necios, pero me atrevo a parafrasear los versos de su poema: “Escritor no hay libro, se hace libro al leer.” Queda horrible, lo sé, pero me sirve.
Y cualquiera podría decirme, sin libro no hay lector. Desde luego. Pero el lector es un ente que existe con su propia esencia, se alimenta de millones de obras que ya están mucho antes de que nazca otra en concreto. Mis cajones, mi ordenador están llenos de escritos que nunca nadie ha leído, tienen entidad cuando los tomo entre mis manos o los releo. Nada más. Son como volutas de humo que adoptan una forma y se disuelven al momento.
Así que hoy me complace anunciaros que en vuestras manos tenéis el poder mágico de hacer de unas miles de palabras, un libro, una realidad. Yo solo paso por aquí para presentaros mi sexta novela, escrita a cuatro manos como os conté, con Pedro de Andrés, una aventura por la Hispania medieval oculta que no os dejará indiferentes, con ilustraciones de Mario García y Marina Vivó Estrada, descritas para disfrute de lectores ciegos.
Como siempre, mi más sincero agradecimiento a todos esos lectores que construyen mis obras con su acto de leer y de sumergirse en ellas.