Te gusta salir a la calle a las seis de la mañana. El pueblo duerme, nadie perturba la paz de tus pasos. La noche acaricia las esquinas mientras el silencio flamea a tu alrededor como una bandera que se deshilacha con grietas de luz.
Caminas ligera, consciente de que en tus labios se dibuja una sonrisa que amanece como el horizonte. Adoras este momento, sientes que te pertenece. Tú y tus pensamientos, el susurro de tus tacones.
Y de pronto lo percibes, a tu espalda. Un roce, un murmullo.
Miras atrás, inquieta. Oyes pasos que se apresuran cuando tú te apresuras. Empiezas a jadear, alguien te sigue.
Corres, y yo también corro, a tu ritmo. Me llaman miedo: soy yo, pero eres tú.