Era su nombre

La encontraron inánime entre arbustos quemados por la escarcha, salpicada de copos de nieve que la adornaban como reflejos de invierno. Hermosa, ataviada con sus prendas de gamuza y flecos, los ojos negros constelados de infinitas estrellas y de tristeza. Alrededor, el silencio del valle desolado.

Ningún médico de la ciudad pudo determinar las causas de su muerte. Había calidez y salud en la muchacha que, fuera de la reserva, estaba obligada a usar el nombre de Kirai.

Solo el chamán comprendió que la pequeña Sol de Verano se había extinguido como consecuencia del irreversible cambio climático.

Autor: Marta Estrada Galán
Dicen que algunos niños nacen con un pan bajo el brazo. Yo asomé al mundo con un libro y un cuaderno, solo que no me enteré hasta que a los once años comencé a devorar novelas y a escribir historias como si no hubiera un ayer en que también podría haberlo hecho. Luego llegó eso que llamamos vida, donde entre lectura y lectura, me convertí en lo que soy: escritora, aficionada a los paseos, a mantenerme en forma, al canto y al radioteatro, integrante de un coro y madre a tiempo total. Convivo con mis dos hijos, mi gata Nara y mis amigos que, aunque en la distancia, siempre están a mi lado.

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