Un poco sobre Leon Uris y su novela
Leon Uris, el hijo de inmigrantes polacos que pese a no terminar el bachillerato por problemas con el inglés acabó por convertirse en uno de los novelistas más populares del siglo XX, murió en 2003 a los 78 años en el estado de Nueva York. El escritor saltó a la fama internacional en 1958 con la novela «Éxodo», seiscientas páginas sobre la tragedia de los judíos europeos que culmina en la fundación de Israel. Un libro que rápidamente se convertiría en el mayor éxito de ventas en EE.UU desde Lo que el viento se llevó, para ser después traducido a medio centenar de idiomas y convertirse en países comunistas en un título tan prohibido como codiciado por los judíos al otro lado del telón de acero.
Uris invirtió varios años de incansables viajes y exhaustiva documentación, dejándose llevar por sus raíces judías e incluso acompañando como corresponsal de guerra a las tropas de Israel en 1956 durante la campaña del Sinaí contra Egipto. El resultado de estos esfuerzos literarios sería capitalizado por Hollywood en la famosa película dirigida en 1960 por el legendario Otto Preminger, con las actuaciones estelares de Paul Newman y Eva Marie Saint.
La historia se desarrolla con el protagonista, Ari Ben Canaan, planeando la fuga y posterior transporte de cientos de refugiados judíos, detenidos en un campo de detención británico en Chipre para el Mandato Británico de Palestina. La operación se lleva a cabo bajo los auspicios de la Mossad le’Aliyah bet.
El libro narra la historia de los diversos personajes principales y de los lazos de su vida personal con el nacimiento del nuevo estado judío. Su fuerza principal es la descripción de las diferentes personas y los conflictos en sus vidas. Como en varias de las novelas de Uris, algunos caracteres ficticios están parcialmente basados sobre uno o varios personajes históricos, o cumplen la función de metáforas para las varias personas que ayudaron a construir el moderno Israel.
En lo personal
En casi todas las entrevistas terminan preguntándome qué libro me ha influido más de cuantos he leído. A nivel literario, creo que resulta imposible ceñirse a una sola lectura. Es más, no siento que tenga influencia de nadie en particular, si bien admito que tantos cientos de libros leídos sin duda dejan poso, y que cada autor, cada género contribuye a formar el sedimento del que nos nutrimos los escritores.
Pero Éxodo me marcó profundamente. Creo que fue la segunda obra para adultos que mi padre me leyó (¿os gustaría saber cuál fue la primera? Fue divertido, al menos para mí). Como he explicado tantas veces, él comenzó a leerme libros durante mis estancias en el hospital y las convalecencias en casa. al principio fueron novelillas juveniles, pero rápidamente pasamos a las de adultos, y Éxodo no pudo ser un plato más fuerte para mis trece años. Mi padre me leía en el comedor o el despacho de casa, en el patio, pero también nos íbamos al campo que rodea el municipio y allí, bajo los árboles, nos abandonábamos a sus páginas.
Recuerdo que vivimos el final del libro sentados en los escalones de la antigua torre del pueblo, un monumento del siglo X anterior a la arquitectura lombarda catalana, que entre otras, tuvo la función de prisión. Tenía que ser verano, o cuando menos primavera, porque no iba muy abrigada. Todavía siento el estremecimiento de saberme cerca de terminar aquella historia tan densa, y podría notar el rastro de mis lágrimas con las escenas finales a poco que me concentre. Y densa no por pesada o farragosa, sino por colmada de vivencias y matices. Estuve allí, en aquel asentamiento tras las alambradas, sentí el dolor de las pérdidas, y presencié el estallido final del protagonista con el alma en vilo. Me parece que mi padre, aunque quiso hacerse el fuerte, también lloró; le temblaba la voz.
Con éxodo estrené la sensación de no querer que un libro acabe jamás, la orfandad en la que caemos cuando dejamos de vivir con los personajes a los que hemos acompañado durante días. Tanto es así, que cada cuatro o cinco años necesito volver a leerlo. Y no digo releer por encima, no, hablo de leerlo nuevamente, entero.
Me impactó tanto que lo recomendé a todos mis amigos, y mientras mis amigas y yo fuimos jovencitas, jugamos a ser sus personajes. Incluso escribí una obra de teatro, adaptación de un cuento mío con el que gané un premio nacional auspiciado por la ONCE ese mismo año: Navidad para un adolescente judío.
Dudo mucho que de ningún otro libro que he leído, salvo quizás la saga
La Rueda del Tiempo
recuerde tanto detalle, tanto nombre, tantas historias, tantos sentimientos y emociones.
Ya para terminar, os comento que la película no me gustó nada. A mi entender, es una adaptación que no le hace justicia al libro. Sé que es muy complicado llevar a la gran pantalla una historia como esta, y podría perdonarle muchas cosas a Preminger. Pero que me cambiara tantas escenas primordiales de la novela no se lo perdono, por muy guapo que saliera Paul Newman.
¿Queréis compartir conmigo el libro que más os ha impactado, aquel que releéis a menudo y que os gustaría que nunca hubiera terminado?
Pues a mí el libro que más me ha impactado, hasta el punto de cambiar la mi dirección de mi vida fué “El Retorno de los Brujos”, de Louis Pawel y Jacques Bergier, que tiene insertados capítulos, e incluso cuentos enteros, de otros libros, que me apresuraba a comprar o, si no estaban editados en España, era la época de la censura, los compraba en su idioma original. Y le compré a mi padre una.edición en tapa dura del libro para que lo leyera él también. Me consta que por lo menos leyó el primer capítulo aunque seguramente lo leyó entero porque él siempre fué un devorador de libros -como yo- pero ya no estaba yo en casa para comentarlo con él. Y en cuanto al libro con el que he llorado de alegría de vivir, el que más he regalado -siempre tengo dos o tres ejemplares por casa- ha sido “Las Aventuras y Andanzas de Alfanhuí” de Rafael Sánchez Ferlosio, que me abrió las puertas a la prosa poética y a la imaginación sin límites de otro ser humano, y al mismo tiempo me produjo ese temblor por terminarlo y que te queden ganas de que siga eternamente -es un libro relativamente corto- que te preguntas ¿por qué no siguió mas el autor? E investigando sobre el tema te acabas respondiendo lo que él dijo del libro. Que vaciaste en el libro todo lo que había de loco para poder empezar tu carrera profesional con la verdad lo más realmente posible. Una pena porque, para mí, el resto de sus libros, incluido “El Jarama” son unos tochos crudísimos, durísimos de hincarles el diente, excepto quizá “Las semanas del Jardín”. Pero así sois los escritores. Al fin y al cabo, personas.