Ráfagas de destrucción, oleadas de delirio, alaridos que no trascenderán. Una opacidad brotará de los intersticios de la Tierra, engullirá las existencias y apagará los hálitos. El tiempo colapsará, y su ofrenda postrera, la que concederá el privilegio de perdurar, descenderá a los pies de las elegidas.
Las madres falsificarán los certificados de nacimiento, pero será inútil. El tiempo lo sabe todo, y solo las hijas nacidas durante la súper luna de esta noche sobrevivirán, aquellas que nazcan cuando los relojes atómicos marquen el período exacto en que el satélite salga y se ponga.
En medio del caos, nadie advirtió la falacia, el burdo engaño del oráculo. La Humanidad está condenada. La profecía excluyó a los varones.