Estos días ha sido inevitable que surja un interés sobre cómo escribo, cómo me apaño para ello. Incluso se han dado situaciones divertidas en las que una señora, por ejemplo, habiéndome visto en TV firmando un libro, dio por sentado que había escrito mi novela a mano… quien más quien menos, ya sabéis que los ciegos manejamos los ordenadores con un lector de pantalla que verbaliza todo cuanto estamos haciendo, aunque también existen dispositivos que ofrecen la información en braille, si bien yo actualmente no los uso. No son ordenadores especiales, ni teclados especiales. PC de sobremesa, portátiles, Windows o Apple, los mismos que vosotros aporreáis o paseáis de un lado a otro. Tal vez ni sabéis que vuestro Mac echará a hablar si le dais a Command + f5. No hay más truco ni magia. Y también estaréis de acuerdo conmigo que la mayoría de vosotros no mira el teclado mientras escribe.
A lo largo de mis entradas, he hablado de trucos y habilidades que vamos desarrollando y perfeccionando a fin de subsanar necesidades, pero también existen ayudas más o menos técnicas o tecnológicas que facilitan ciertas tareas, como los ordenadores. Así que aprovecho y paso a referiros unas cuantas para que os hagáis una idea.
Hum, ¿estará la luz encendida? Malditos aunque cómodos interruptores conmutados que hacen imposible determinar, por su posición, si la respuesta es afirmativa o negativa. Siempre puedes preguntar pero, ¿y si no hay nadie? Casi mejor no arriesgarse. Para ello están los detectores de luz. Sí, esa tacita con el escudo de vuestro equipo de fútbol preferido que seguramente conocéis y que suena con su himno cuando la levantáis es un detector de luz. Si no hay luz, no suena, ¿os habíais fijado? Hay algunos más específicos, un llavero que al pulsar un botón emite un silbido de mayor o menor intensidad según la potencia de la fuente luminosa. Es útil por ejemplo no sólo para averiguar si una lámpara está encendida sino que también sirve para la pantalla del ordenador, persianas subidas o bajadas, pilotos luminosos que no sean excesivamente débiles.
Vaya… Compré cuatro tops iguales pero de diferente color… No quisiera ponerme prendas que no combinen. Bueno, no recuerdo el orden en que los guardé, así que mejor activo el detector de colores. Es un aparato con una luz láser que aplicado sobre la superficie del tejido, habla el nombre de éste. Mmmm…. Claro que cuando la mujer que se esconde dentro (como decía mi hijo) te dice… “amarillo grisáceo verdoso muy claro…” te quedas un poco anonadada. ¿Qué demonio de color será ese? Concedámosle que se trate de un beige. También hay aplicaciones para iPhone, por ejemplo, que realizan la misma función.
Sé que el niño tiene fiebre y es casi lo único que me interesa. Pero venga, vamos a comprobar la temperatura no vaya a pasar de 39 que es una cifra que empieza a no gustarme. Cojo el termómetro, lo aplico en su axila y aprieto un botón…: “Prooontooo” Susurra una vocecilla en italiano. “¿Por qué dice pronto y tarda tanto?” me preguntaban antes los niños. Sí, es un poco lentito pero bastante eficaz. “La sua temperatura…”. Esta otra mujer encerrada en el termómetro dice que no está demasiado grave, pip, pip, aprietas de nuevo el botón y el aparatito se calla.
¿Qué hora es? Están los relojes táctiles, aquellos a los que les abres la tapa y dejas al descubierto las manecillas. Aplicando suavemente la yema para no desplazarlas, lees la hora sin problemas. Y luego existen esos otros que hablan o mejor dicho, vocean, y cantan la hora para todo aquel que se halle a tu alrededor. ¡¡¡Son las cuatro y diez de la tarde!!! Son los llamados parlantes y que yo sólo utilizaba de despertador. No me gusta que todo el mundo sepa que estoy mirando la hora… sobre todo si me encuentro en medio de una reunión aburridísima. No hace falta mencionar los móviles, los ordenadores, todo aquello con un reloj incorporado.
El mercado empieza a ofrecer electrodomésticos también parlantes, sobre todo lavadoras, robots que cocinan, básculas o balanzas… sin embargo la técnica de marcar con motitas de pegamento, o muescas, o etiquetas en braille siempre ha resultado útil, fiable y… barata. Hay aplicaciones que permiten saber qué producto tienes entre manos tras sacarle una foto.
También hay cosméticos etiquetados en sistema braille, sobre todo jabones de baño, y medicamentos. Cada vez más. Es bueno adherir una etiqueta a cada medicamento con el nombre (si no lo lleva puesto) y la caducidad, de este modo puedes controlar tu botiquín y no te arriesgas a administrar lo que no es. Y también etiquetas las cajas de los CD, los DVD o los departamentos del archivador donde almacenas las cantidades ingentes de facturas, recibos, documentos… etc.
Luego está la digamos alta tecnología… El escáner gracias al que puedo leer cualquier libro que me compre en una librería, o las cartas del banco… o los informes del instituto de mis hijos. El MP3 donde guardo un audiolibro para leer en cualquier momento y en cualquier lugar. El móvil, totalmente accesible.
Es posible que esté olvidando algo que resultaría interesante que conocierais pero de momento creo que bastará para que os hagáis una idea.
Y prometo seguir dedicando y firmando mis libros a mano, ¡sí, sin bolígrafos mecánicos ni dedos biónicos ni aplicaciones que usurpen mi personalidad!
Hola Marta!
Suena curiosa y divertida a la vez, esa manera de hacer las cosas sin poder ver. He leído unos cuantos escritos y me han gustado mucho. Se nota en cada uno de ellos la fuerza que tienes para seguir a delante, o eso me transmiten al leerlos.
Me gustaría poder hablar contigo, si no te molesta. Estoy haciendo un trabajo sobre los invidentes y siento una gran curiosidad sobre este tema. He visto bastantes entrevistas que te han hecho y me gustaría, si te va bien y quieres, poderte preguntar algunas cosillas, o sea, hacerte una pequeña entrevista para introducirla en mi trabajo. No he encontrado otra manera de contactar contigo y como he visto que por aquí era el único lugar que podía hacerlo, me he decidido y te he escrito jajaja 🙂
Espero una respuesta impaciente, gracias por todo. Un abrazo,
Sara.
Hola Marta!
Suena curiosa y divertida a la vez, esa manera de hacer las cosas sin poder ver. He leído unos cuantos escritos y me han gustado mucho. Se nota en cada uno de ellos la fuerza que tienes para seguir a delante, o eso me transmiten al leerlos.
Me gustaría poder hablar contigo, si no te molesta. Estoy haciendo un trabajo sobre los invidentes y siento una gran curiosidad sobre este tema. He visto bastantes entrevistas que te han hecho y me gustaría, si te va bien y quieres, poderte preguntar algunas cosillas, o sea, hacerte una pequeña entrevista para introducirla en mi trabajo. No he encontrado otra manera de contactar contigo y como he visto que por aquí era el único lugar que podía hacerlo, me he decidido y te he escrito jajaja 🙂
Espero una respuesta impaciente, gracias por todo. Un abrazo,
Sara.
Hola! Pues claro, cómo no, con mucho gusto. Vamos a pensar el modo ahora de comunicarnos sin dar nuestros datos a todos!jaja
Si me proporcionas algún correo tuyo que no te sea muy comprometido, me ocupo de escribirte.
Un beso!
Hola! Pues claro, cómo no, con mucho gusto. Vamos a pensar el modo ahora de comunicarnos sin dar nuestros datos a todos!jaja
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Hay otro modo Sara! Sígueme en twitter @martaestradag y dime quién eres 🙂
Hay otro modo Sara! Sígueme en twitter @martaestradag y dime quién eres 🙂
Ok! muchas gracias 🙂 me creo una cuenta de twitter y ahora me espavilo en contactar contigo 😀 muchisimas gracias.
Un beso!