A finales de 2021, a modo de proyecto vital de esos que a menudo nos marcamos y que pocas veces cumplimos, me planteé darme la oportunidad de tener un perro guía. Mi primera experiencia al respecto fue nefasta, allá por 1993. Si os apetece poneros en antecedentes, podéis leer
sobre la única perra guía que pasó por mi vida.
Me informaron y asesoraron, y asimismo, tomé la decisión de intentarlo por cauces distintos a los de aquella primera vez. No os cansaré con detalles pesados. Opté por un centro de adiestramiento canino de Madrid y, después de mucho pensarlo, asumí recibir a un cachorro en la familia que viviría en casa hasta que le llegara la edad de entrar a la escuela para convertirse en perro guía.
Pasaron los meses esperando con ilusión y ansiedad que naciera un cachorro cuyo perfil se adaptara a mis características. Realmente era como perseguir un embarazo cuando deseas tener un hijo.
Por cuestiones personales que no vienen al caso, cuando parecía que iba a nacer un peludo que quizá me podrían asignar, tuve que renunciar al proyecto relacionado con Madrid por un tema de distancias y otras circunstancias ajenas a todo cuanto había planeado.
Me negué a desistir. Si no podía tener un perro guía de allí, por lo menos buscaría un cachorro al que poder educar con la intervención de algún otro profesional más cercano a mi lugar de residencia y con miras a que, llegado el momento, pudiera ser adiestrado en un centro igualmente próximo.
Fueron otras muchas semanas buscando, por supuesto con asesoramiento, porque yo no tengo ni idea de criadores ni nada referente a qué cualidades debe tener un cachorro que pueda convertirse en guía, más allá de las que la lógica pueda dictar a cualquier lego en la materia.
Tampoco voy a extenderme ahora, y no voy a dar más vueltas para contaros que el día 1 de octubre iré a reunirme con ese cachorro que he esperado tanto durante todo el año. Bueno, ya no es tan cachorro… es un preadolescente que tendrá cinco meses y medio cuando nos conozcamos.
Nació el 15 de abril, y le puse por nombre Inuk (pronunciado Ínuk). Es un nombre de origen esquimal, innuit, como este pueblo prefiere que se les denomine. La religión inuit tiene principios animistas y chamanistas. Los animales tienen un alma y el cazador debe celebrar una breve ceremonia cuando muere para que su alma vaya al mundo no terrenal. Creen en los espíritus que animan todas las cosas.
Regresaré seis o siete días después de nuestro encuentro. Mi vida y rutinas cambiarán por completo y, un nuevo miembro en la familia ocupará una parcela más en mi corazón.
Os presento a Inuk.
Molts èxits i amor en aquesta bonica aventura!
Gràcies, Quima!
Mucho tiempo de espera, pero Inuk ya es una realidad.
Es un perro que nació para estar contigo.
Tienes a los mejores profesionales del mundo del perro a tu lado, atentos y dispuestos a todo.
Y millones de secretos esperando a ser descubiertos con tu perro.
El día 1 te estaremos esperando. Serán meses difíciles, pero merecerá mucho la pena.
Y cuando menos te lo esperes, tendrás a Inuk a tu izquierda, guiando tus pasos.
Parece muy lejano, pero pronto leerás esta entrada y sonreirás.
Prepárate para tener a la definición de lealtad, amor y fidelidad a tu lado.
Gracias por dejarme formar parte de este sueño.
Gracias a ti por querer estar ahí, por estar siempre y por todo lo que nos aportas a Inuk y a mí. Quizá sin ti el sueño sería posible, pero muchísimo más complicado de conseguir.